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Entonces los ancianos de Jabes le dijeron:

—Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel, y si no hay quien nos defienda, nos rendiremos a ti.

Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl y dijeron estas palabras a oídos del pueblo, todo el pueblo alzó su voz y lloró. En ese momento venía Saúl del campo detrás de los bueyes, y preguntó:

—¿Qué tiene el pueblo que está llorando?

Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes.

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